Desagradecido
Se que soy un desagradecido. Si. Así como lo oyen, un perfecto desagradecido con mi amante, mi cómplice, mi confidente. Ella aguantaba todo, yo la usaba con tinta roja o con tinta negra. A veces cuando ella no quería hacer nada, yo le daba fuerte con los dedos y jamás se quejaba decía nada.
Cuando no me levantaba a tiempo o me quedaba dormido, ella me despertaba con su cantaleta y traqueteo, golpeando las letras en el rodillo. Imagínense, que nos habíamos compenetrado tanto que ella misma organizaba el papel y se ponía suavecita para que yo la manoseara y la acariciara.
Pero con la llegada del computador comencé me fui alejando de ella hasta que comencé a odiarla y no la soporté más. Hasta que un día, me armé de valor y sin más preámbulos, tiré la máquina de escribir a la basura.
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