martes, 12 de diciembre de 2006

Inés


Inés, la sabrosa

(a Evangelina Castro, la culona,
que me refirió la historia)


-Tu marido te va a dejar.
-No me deja, respondió Inés.
-Vé bien, tu marido dice que te va a dejar, repitió con énfasis.
-Tranquila, ya te dije que no me deja, contestó Inés.
-¿Por qué estás tan segura que tu marido no te dejará?
-Lo se y eso basta, dijo Inés con aire de orgullo mientras asomaba la cabeza por el hueco en donde alguna vez hubo una ventana.
-Pues no estés tan segura, insistió la misma voz. Hace días estuvo hablando en la tienda de Evangeliza y mucha gente escuchó cuando dijo que tenía una nueva conquista porque tú ya estabas vieja y desechable. Tú sabes como es de bocón tu marido.
-Puede que tenga una nueva conquista. Ha tenido muchas y por ahí andan. A mí tú sabes que no me deja, y se tocó el pecho con la mano abierta. Inés siguió hablando, después se fue hasta el fogón, se agachó y sopló con fuerza la llama, cruzó los troncos de leña que chisporrotearon y la llama cobró nueva vida. Sobre los tres bindes estaba el caldero donde freía el pescado de donde salían agradables rachas de olor a comida, a comida sabrosa. Con la puya, Inés cogió una posta de las que había freído y la puso en el trasto lleno de escarchas y de la olla de barro sacó un trozo de yuca harinosa, cogió una tapa de limón y le entregó a Marta el suculento bocado.
-Toma, cómete ese bocado, le dijo. Ese pescado lo trajo mi marido de Caño Grande esta mañana que fue a pescar con Ñañe.
-Está sabroso este pescado, dijo Marta. Y cuantos te trajo, dijo sin preguntar, mientras comía y miraba a ninguna parte como si en lo más profundo del alma cargara el peso de un dolor.
-También los Bentones fueron a pescar, dijo Inés mientras atizaba nuevamente el fogón y espantaba las gallinas y los puercos que buscaban seguramente su parte en el banquete. Los Bentones trajeron la canoa llena, siguió diciendo, además por ahí dicen que uno de ellos en la atarraya sacó un arcón repleto de oro puro que hace más de dos siglos escondió en la ciénaga de Jaraba el pirata Henry Hudson de Mañozca cuando hacía su recorrido a Mompox. Aunque la gente no lo cree, a ellos los persigue la buena suerte, siempre cuando regresan de pescar traen algo nuevo. Recuerdas al menor, al Copamocha, mija, sacó un pez tan grande que según dicen quienes lo vieron traía una esmeralda tan grande como el puño de una mano. Con la plata que obtuvo se fue para Barranquilla y en el barrio tiene la casa más bella.
-Eso es puro cuento. Puro cuento mujer, le repitió, mientras le entregaba el plato. Esos no son más que cuentos de velorios que nadie les cree. Imagínate tú, encontrarse un pez con una esmeralda, después un arcón que estaba sumergido en el fondo de la ciénaga, lleno de cadenas de oro y alhajas. Quién sabe en donde robarían todo eso y poco a poco lo han ido sacando por partes.
-Ay mija, yo repito lo que oído, le dijo Inés. Bueno y tu hija? ¿Dónde está? Hace días que no viene por aquí.
-Si supieras, le dijo suspirando tristemente la mujer. Se la llevó el bandido de Segundo y no se para donde.
-¿El hijo del Blanco? Ese es un hijue…
-Eso es lo que me han dicho todas las personas del pueblo.
-Y no lo has denunciado. Denúncialo para que se pudra en la guandoca, le dijo mordiendo las palabras Inés.
-Y ¿para qué? Tú sabes como es el fiscal de aquí, nunca cree nada de lo que hacen esos malparidos.
-Cierto, tienes toda la razón. Y ¿para qué? Dijo resignada Inés.
-Oye, no tienes café, dijo sin ánimo Marta.
-Ya te iba a dar. Apenas lo puse en el fogón para que se calentara. Y, dime, no le contaste al Padre Chucho sobre el caso de tu hija.
-Imagínate que fui a la Casa Cural y le conté todo, hasta le llevé un pernil de armadillo guisado con arroz con coco, y el muy desgraciado después de comerse todo y eructar como un muellero, sabes qué me dijo! Que yo debía de estar orgullosa ya que una hija mía, lo más seguro, pariría un hijo de Segundito. Tú sabes que él se da los tres toques allá. Él siempre estará de parte de ellos.
-Es verdad. No se que vamos a hacer en este pueblo con semejante cura de mierda y con las autoridades vendidas y bien corruptas.
-¡Ah!
-¡Ah! ¿Qué?
-No, nada. Nada, mija, nada.
-Ya terminaste, pon el trasto sobre la troja. Ahí están las totumas para que te sirvas el café.
-Del olor a pescado frito se había pasado al aroma del café caliente que se regaba por toda la cocina. Eran como las cinco de la tarde de ese día martes y a medida que el sol comenzaba a dar los primeros cabezazos a causa de la proximidad del sueño, se escuchaban en la lejanía los primeros zumbidos de la mosquitera, como es costumbre en los pueblos ubicados la gente se prepara para poner las luminarias en las puertas de las casas.
Las dos mujeres habían perdido la cuenta de los días, meses y años que de tarde en tarde se sentaban en la cocina de la casa para hablar de cualquier cosa. Inés tenía unos cuarenta años, trigueña de facciones bellas, ojos grandes y redondos con una pupila soñadora en el centro, decorados con unas pestañas largas y cejas copiosa y negra. En su juventud fue la mujer más hermosa del pueblo y la región y durante nueve años fue elegida reina de cuanto carnaval y concurso se realizara. Ambas vestían faldas largas y anchas de vistosos colores y blusas de cuello marinero adornado con encajes juveniles y botones de carey. Inés desde muy niña conservó la costumbre de peinarse con un moño que recogía con una peineta que le daban un toque coqueto al rostro por las enormes candongos de oro que adornaban sus orejas. Marta era más vieja, había visto nacer tres generaciones y durante muchos años ella fue la mujer que cargo con la castidad de los jóvenes. Lo que más llamaba la atención era su frondosa cabellera que caía sobre sus hombros tan negra y brillante a sus casi sesenta años, tal como lo fue en su juventud cuando llegaba a las cantinas y bares a cantar rancheras y a vender sus encantos. De ella se había hablado tanto que era conocida en muchas poblaciones del contorno. Parió quince hijas en línea, una cada dos años de un padre diferente, aunque todas conservaban de herencia el olor ardiente y picante de la rosa de la madre que enloquecía a quienes osaban sentir su fragancia. “Nos hacía vibrar de emoción desde el hueso del ñango hasta el falo”, dijo uno de sus queridos ocasionales. La última de sus hijas que todavía andaba cerrera y arisca por los andurriales, caminos y ciénagas del pueblo, tenía quince años y desde que fue a bailar tambora y chandé la noche de la fiesta de las velitas, sufrió la persecución y el acoso de Segundo. La seguía a donde fuera, a la tienda, a la misa, a la escuela, a las murallas a donde iba de tarde en tarde a contemplar el sol de los venados y los amores de las tortugas soñadoras hasta que sucumbió a las pretensiones de su tenaz acosador y éste se la había llevado para una de las fincas del Blanco, como era llamado despectivamente el padre de Segundo.
Mientras Inés lavaba los platos, por momentos hablaba con Marta o tarareaba una ranchera a media voz. A lo lejos se oyó el zumbido de la sirena de la compañía ANDIAN que anunciaba el cambio de turno de los trabajadores, era la señal que la gente de los pueblos esperaba para saber que el sol se había ocultado totalmente. Con la oscuridad se vinieron los truenos y relámpagos y el anuncio de la lluvia que no cesaba desde hacía más de un mes.
-Hoy la furia de Dios será total. Lloverá como siempre, con truenos y centellas, el cielo estará feliz porque se iluminará como en los tiempos de las fiestas de San Roque, cuando queman voladores y bombas y castillos, dijo Inés, que buscaba entre la ropa sucia del catabre el musengue.
-Mañana también lloverá y todos los días de este mes. Lo dijeron anoche cuando transmitían el partido de béisbol, Dios así lo ha querido. Bueno mija, me voy antes de que se venga el agua, tú sabes como se pone el camino de feo. Recuerda lo que dije, vigila, vigila bien a tu marido, te lo digo por experiencia, yo tuve quince maridos de asiento y a cada uno le parí una hija. No te confíes mucho. Los hombres todos son iguales de sinvergüenzas y bandidos.
-Ya te dije que con mi marido no tengo problemas, estoy segura de ello, le dijo Inés, mientras encendía la linterna de petróleo.
-De todas maneras más vale pájaro en mano que cientos volando, si quieres te echo una manito, todavía no he perdido mis buenas mañas de hechicera, aún puedo invocar cualquier espíritu o le rezamos la oración del tabaco. Aquí en Pueblo Bonito, donde hay más mujeres que hombres esa oración nunca falla.
-Ya te dije que mi marido no me dejará, no insistas. Es mejor que te vayas, hay muchos relámpagos y pronto comenzará a llover, le dijo Inés.
-Bueno mija, si no quieres conmigo, entonces por qué no consultas a San Cipriano o a Brígida, ella tiene un lebrillo mágico que te puede mostrar la cara de la persona que quiere quitarte a tu marido, le dijo Marta mientras trataba de ponerse un pedazo de cartón sobre la cabeza.
-Ya te dije que no iré. Además mi marido siempre lo ha dicho, él no me dejará por otra, le dijo Inés en la puerta de la Casa.
-Bueno y ¿por qué no te dejará por otra?, le preguntó Marta con ansiedad, mientras bajaba los escalones de la casa y se dirigía a la calle.
-Porque él me dice que yo tengo una chucha muy sabrosa, le gritó riéndose Inés, al momento que la bóveda del cielo se rompía en mil pedazos por los rayos de la tormenta y caían las primeras gotas de la lluvia.

Pueblo Bonito, junio de 1985.
 (Publicado en Caribe Libre, en 1985 y en el Suplemento Literario del Diario la Libertad de Barranquilla en 1985)


Obras Inéditas

Seudónimos
o Nonato Iluminado Gilgamesh de la Gracia de Dios
o Marqués del Jagüey de la Taruya
o Conde Duque de Talaigua

OBRAS INÉDITAS
Novelas
“Doña Shicaleo”
“Cartagena, ciudad valiente”
“Camino a la libertad”
“La Herencia”
Cuentos y Relatos
“El Poeta del tiempo perdido”
“El jagüey de la virginidad”

Ensayos
§ “Perífrasis y Paralipómenos”
§ “Orichas, Santos y virutas”
§ “Ensayos literarios caribeños”

Investigación Histórica
§ “El Departamento de Pocabuy”
§ “El Departamento de Bolívar y sus municipios”
§ “Letras Bolivarenses”
§ “Cultura, Tradición y Folclor en el Municipio de Talaigua Nuevo”

Antologías
o “Cuentos Bolivarenses”
“Poesías a Cartagena de Indias”
o “Su majestad: el Soneto”
o “La Nueva poesía bolivarense”


Periodísticas
§ Crónicas de EL ESPECTADOR
§ Mi tiempo en EL TIEMPO I
§ lMi tiempo en EL TIEMPO II
§ Crónicas ecológicas
§ Crónicas del Más allá
§ Crónicas Profanas

MITOLOGÍA
§ Mitonario DANIELS - Nuevo Diccionario Académico de Mitología Universal”

Obras Publicadas


Cartagena de Indias en la PLUMA de Judith Porto de González”– 2006- Ensayo
“Inventario Cultural del Departamento de Bolívar”-Libro Virtual 2005
“El millero encantado” – 2004 – Novela
“Diccionario de Mitos y Leyendas”- 2000
“Historia, leyendas y tradiciones de Talaigua” 1996
“Los Versos más bellos de la poesías bolivarense” –1995
“Mompox, ciudad Soñada”, 1995 - Ensayo
“Un buque fantasma aún pena en el puerto de Magangué”, 1994- Ensayo
“Obeso, poeta de los bogas ausentes” – 1984- Ensayo

ESTUDIOS


Sus estudios hasta cuarto año de primaria los realizó junto a su padre en la Escuela Rural de Talaigua Nuevo, luego estudió 5° de primaria en el Instituto Bolívar, de Marco Serrano en Mompox.
En el Colegio María Auxiliadora de Santa Ana que regentaba el sacerdote Luis E. Rendón Rendón, en el departamento del Magdalena, con su hermana Haydée estudió el 1º y el 2º de bachillerato.
En el año de 1965 cursó el 3º en el Colegio Departamental de Soledad, en el departamento del Atlántico. Vivía en Barranquilla en el barrio Abajo con la tía Berta, hermana de su mamá.
A partir de 1966 ingresa al colegio Pinillos de Mompox, donde cursa 4º, 5º y 6º de Bachillerato, se gana una beca como el 2° mejor estudiante y con su hermano Eddie, vive en la residencia de Margarita Cueto, ubicada en la calle de atrás.
En 1970 ingresa al Seminario Nacional de Cristo Sacerdote en la Ceja, Antioquia. Estudia dos años de filosofía y debido a la situación económica de sus padres ingresa al magisterio, siendo nombrado profesor de Cátedra Religiosa en el colegio Nacional Mixto de El Banco, en el Magdalena.
En el año de 1973 es nombrado profesor del Colegio Cooperativo de Talaigua y ocupa la rectoría hasta el año de 1975, en que es trasladado a Zambrano, donde renuncia.
Se presenta en la Universidad de Nariño en Pasto, donde vive su hermana Betty con su esposo Reinaldo, e inicia estudios de Derecho en el día y Economía Política en la noche. Debido a los problemas de la Universidad, abandona sus estudios, regresa a Talaigua y en el año 1978 inicia estudios de Derecho en la Universidad de Cartagena, de donde egresa en 1982.

JOCE G. DANIELS G.

Un infatigable fabulador
Por Enrique Jattib

Nació en Talaigua Nuevo, el 28 de julio de 1948, en el hogar formado por don Tomás Daniels, un mompoxino de ancestros libaneses y doña Dona García, descendiente del cacique Talaigua, es el sexto de nueve hermanos.

Como el hogar de sus padres estaba y ubicado a orillas del Río Grande de la Magdalena, y aún sigue allí, muchos de sus escritos, giran alrededor de los mitos y las leyendas que tejían y aún tejen los pescadores de ilusiones, los atarrayeros de quimeras.

De sus padres que contaban historias bebiendo café puro almendra tropical, cuando al otro lado de la Isla del Encanto aparecían los hidroaviones y buques de vapor, que con su ruido ensordecedor espantaban babillas y caimanes, heredó el virtuosismo de describir, narrar y contar hechos, que muchas veces se encuentran entre los linderos de la fantasía y la realidad.

Las primeras letras las aprendió en la Cartilla de Cartón y sus primeros maestros fueron sus padres. En Mompox, estudió en el Instituto Bolívar, con el maestro Marcos Serrano. En el Colegio Nacional Pinillos, estudiaría con una beca de ochenta pesos ($ 80.00) otorgada por el Ministerio de Educación a los mejores cinco estudiantes de cada plantel y obtendría el grado de Bachiller Académico en 1969. Ingresó al Seminario Nacional de Cristo Sacerdote de la Ceja (Antioquia), en donde alcanza a estudiar tres años de filosofía. Se retira y después de un periplo que lo lleva por la Universidad de Nariño en Pasto, en donde también ejerce de columnista de El Derecho.

Escritor e investigador con énfasis en la mitología, su pluma como columnista visita sucesivamente las páginas de los periódicos Diario de la Costa (1978-1982), El Espectador (1979-1985), Diario del Caribe (1985), Revista Costa Norte (1986-1990), Prensa Nueva (Magangue-1990-1991), EL TIEMPO Caribe (1995-2001) y el Diario La Verdad. de Cartagena.
En su condición de escritor e investigador es autor de los libros: Obeso, poeta de los bogas ausentes (1984), Mompox, ciudad soñada (1994), Un Buque fantasma aún pena en el Puerto de Magangué (1995), Los versos más bellos de la poesía bolivarense (1995), Historia, leyendas y tradiciones de Talaigua (1997), Diccionario de Mitos y Leyendas (2000), Mi tiempo en EL TIEMPO- Crónicas- (2003), El Millero Encantado- Novela- (2004), Ensayos Literarios Caribeños (2005), Atlas Cultural del Departamento de Bolívar – libro virtual – (2005), Cartagena de Indias, en la pluma de Judith Porto de González – Ensayo- (2006) y Perífrasis y Paralipómenos – Ensayos – ( 2007). Además tiene diez libros inéditos.

En 1984 con otros intelectuales de Cartagena, la de Indias, funda la Asociación de Escritores de la Costa, siendo la segunda de este género en el país, pues en 1955, bajo la dictadura del General Rojas Pinillas se había credo la Asociación Nacional de Artistas y Escritores. En el 2003, con la participación de escritores del Caribe funda el Parlamento de Escritores e Intelectuales del Caribe Colombiano.

En su condición de presidente de la Asociación de Escritores de la Costa, ha estado al frente de la organización de encuentros de escritores en Mompox, Magangué, San Juan Nepomuceno, Valledupar, Calamar y Necoclì (Antioquia) y de los nueve Parlamentos de Escritores e Intelectuales que se han realizado en la ciudad de Cartagena desde el año 2003, hasta la fecha.

Es miembro correspondiente de la Academia de Historia de Mompox, de la Sociedad San Martiniana, de la Casa de la Cultura de Cartagena y de la Red Mundial de Escritores de Habla Española. Ha sido reseñado en varios libros de antología de cuentistas colombianos y su biografía está inserta en la Bibliografía General de Cartagena.

Joce Daniels, que a veces firma sus trabajos con el seudónimo de Marqués de la Taruya, es un infatigable lector y escritor, y según los escritores Guillermo Tedio y Martiniano Acosta, es una de las plumas más fluidas y de una prodigiosa creatividad en el Caribe Colombiano. Hogareño, vive en función de su familia, de sus hijos, de la mitología y de sus tres perros.
Cartagena de Indias, ictubre de 2010

Quien soy

Epitafio
Soy un escritor que nací en el campo, a orillas del Río Grande de la Magdalena, por eso cuando leen mis escritos sienten en sus páginas el olor de las taruyas, el mugido de la vaca, el coletear de los caimanes y el habla sincera de la gente campesina”.